CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Expertos del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) colaborarán con el gobierno de la Ciudad de México en la elaboración de una Ley de Edificación, así como un Reglamento de Construcciones para reducir los riesgos y daños provocados por los sismos.
El investigador Sergio Alcocer Martínez de Castro recordó que, a pesar de que los sismos no se pueden predecir, una infraestructura construida con base en normas y reglamentos tendrá buen comportamiento durante estos sucesos.
“Hemos aprendido, tristemente, que aquellos edificios que tienen grandes huecos -como ocurre en edificios de 8 o 10 pisos, o en esquinas, o que fueron mal construidos, donde no se limpian las juntas constructivas, y se golpetean los edificios, sin cuidado a la humedad o en evitar que se corroa el acero de refuerzo- pueden sufrir daños e inclusive colapsar”, lamentó.
En este sentido, señaló que los reglamentos de construcción son documentos de observancia obligatoria que establecen requisitos mínimos de lo que se debe diseñar ante sismos o vientos y que buscan proteger a la sociedad, no un documento de referencia.
La universidad detalló que la norma en la que trabajan los expertos también considerará el concepto de resiliencia, es decir, la capacidad de las construcciones de recuperar su funcionamiento en cierto tiempo.
Al respecto, Alcocer Martínez comentó que es un tema de carácter sistémico en el que se debe ver la integridad de los sistemas y cómo interactúan bajo el concepto de resiliencia.
“De nada nos sirve un hospital que no haya sufrido daños y que pueda permanecer funcionando, si el suministro eléctrico que se le provee es interrumpido, o bien, no tiene agua potable; estaríamos fallando en la funcionalidad de ese hospital”, comentó, resaltando que para lograr incrementar la resiliencia se requiere sensibilizar y empoderar a todos los actores.
El especialista consideró que los sismos de 2017 dejaron como lección la importancia de la divulgación del conocimiento. “Tenemos que acercarnos a los albañiles, a los supervisores, a los residentes para que cada uno de ellos entienda cuál es su papel y que sí pueden intervenir favorablemente para reducir un riesgo” consideró, señalando que se pueden erradicar daños y mitigar efectos, siempre y cuando todos los actores estén conscientes del papel que juegan.
Por su parte, Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador del Instituto de Geofísica, añadió que los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017, así como el de 1985, son motivo de reflexión sobre la mitigación de riesgos y prevención, además de la importancia de la investigación científica en la materia.
El investigador emérito de la UNAM recordó que expertos de esta institución han revisado las deformaciones del terreno en las placas tectónicas en la costa del Pacífico y colaboran con Japón en la instalación de sismógrafos de fondo desde hace tiempo, lo cual “ha permitido contar con estudios de la estructura del fondo que es subducido y entender la sismicidad, sobre todo los sismos de mayor magnitud”. (Melisa Carrillo)
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