Tiene 45 años, de los cuales ha dedicado los últimos 10 a pedir justicia para su hija, quien fue víctima de un presunto tratante de personas de origen argentino que la sedujo mediante las redes sociales. La mujer es una madre soltera de Colima y se ha topado con la negligencia de las autoridades locales. Ante la falta de apoyo del sistema penal, intentará llevar su caso a la ONU y hasta los oídos del Papa.
COLIMA, Col. (Proceso).– Alberta tiene la certeza de que aquel argentino cincuentón, con el que forcejeó y al que hizo huir el 5 de marzo de 2012 en el municipio conurbado de Villa de Álvarez, es un tratante de mujeres que viajó a esta entidad con la intención de llevarse del país a Constanza, su única hija.
Ese día, recuerda, de manera providencial sorprendió al hombre con la adolescente en una tienda y, sin pensarlo, se le dejó ir; lo sujetó de ambos brazos y pidió ayuda a clientes y trabajadores para retenerlo. Nadie intervino, lo que aprovechó el sujeto para zafarse y escapar.
Todavía alterada, la mujer tomó a la menor de la mano y no la soltó durante todo el trayecto a su casa. La agarraba fuerte, como si alguien se la fuera a arrebatar. “Fue como si la hubiera rescatado de un secuestro”, evoca Alberta.
Un año antes ella había descubierto que su hija Constanza, entonces estudiante de secundaria, mantenía una relación sentimental vía internet con ese individuo, llamado Guillermo L., quien la contactó por vez primera a finales de 2010 mediante la red social Facebook, cuando la joven tenía 14 años.
Además de seducirla a distancia y propiciar conversaciones de contenido sexual, el hombre nacido en 1962 le enviaba enlaces a videos pornográficos, algunos con escenas de varones adultos y mujeres muy jóvenes.
En cuanto supo lo que estaba ocurriendo, Alberta –madre soltera que desde 2000 laboraba como secretaria en la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), hoy Fiscalía General del Estado (FGE)– reunió evidencias, y el 25 de marzo de 2011 presentó una denuncia ante la Mesa 12 del Ministerio Público (MP), registrada bajo el acta 265/2011.
Por su cuenta, con apoyo de amistades, la mujer hizo revisar a escondidas de Constanza los registros de su teléfono celular y su computadora portátil, de donde obtuvo transcripciones de diálogos, ligas de videos, fotografías y algunos datos personales del argentino, así como indicios de que éste había convencido a la adolescente de desnudarse algunas veces frente a la cámara.
Alberta –nombre ficticio, igual que el de Constanza, para proteger la identidad de ambas– entregó los elementos de prueba al MP, pero la decepcionó la respuesta de la entonces titular de la Mesa 12, Alma Patricia Morfín Reyes.
“Me comentó que estaba exagerando las cosas, pues Argentina está muy lejos y ella dudaba que este señor algún día viniera a verse con mi hija; dijo que me preocupara si estuviera cerca de aquí o en la misma ciudad, porque entonces sí habría riesgo”, narra.
Pero según pruebas documentales integradas después al expediente del caso, en el transcurso del año posterior a la fecha de la denuncia en su contra, Guillermo L. viajó a Colima dos veces y tuvo relaciones sexuales con la menor, sin que la PGJE hubiese tomado alguna medida para detectar el ingreso del acusado al país ni registrado algún avance en las investigaciones.
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