En un balance del primer año de gobierno de Miguel Barbosa Huerta en Puebla, politólogos y analistas consideran que no ha conseguido consolidar su administración por los frecuentes cambios en su gabinete, por su afán de concentrar en sí mismo todas las atribuciones y en gran medida también por su afán de banalizar los temas que más preocupan a la población.
PUEBLA, PUE.- En el primer año de su gobierno, Miguel Barbosa Huerta ha captado en diversas ocasiones los reflectores por sus polémicas frases y su abierta confrontación con periodistas, empresarios y actores políticos locales y federales.
En su discurso de toma de protesta, el 1 de agosto de 2019, el mandatario ofreció que sería “el más equilibrado de los poblanos”. Sus dichos lo contradijeron pronto: “los castigó Dios”, dijo en alusión a la muerte de la gobernadora Martha Érika Alonso y del senador Rafael Moreno Valle.
“Si ustedes son ricos, tienen riesgo; si son pobres, no. Los pobres estamos inmunes (al covid-19)”, dijo en conferencia de prensa el 25 de marzo, y “la vacuna contra el coronavirus es un plato de mole poblano con guajolote”, aseveró en un acto público el 14 de marzo. Ambas expresiones se volvieron virales.
El politólogo Juan Luis Hernández Avendaño señala en entrevista que precisamente esta “banalización” discursiva es uno de los rasgos que han marcado el estilo de gobierno de Barbosa Huerta en su primer año y le han dificultado gobernar con la sociedad; precisamente una de las principales críticas que se hizo al gobierno de Moreno Valle.
El también director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana Puebla apunta que estos errores de comunicación que cometió en un principio Barbosa y que marcaron su narrativa, sin duda, han tenido un impacto en la forma en la cual los poblanos han asumido los riesgos de la pandemia.
Claudia Ramón Pérez, catedrática investigadora de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, dice a la reportera que si bien el primer año de la administración barbosista tiene que analizarse con la salvedad que ha implicado la contingencia para todos los gobiernos, igual ha dejado ver su desempeño en la crisis.
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Aunque reconoce que el mandatario ha tratado de reorientar su estrategia con medidas “adecuadas”, como convocar a un pacto comunitario para enfrentar la contingencia, coincide en que el modelo de comunicación que tiene Barbosa con la sociedad, no contribuye a solucionar problemas.
Aunque en el discurso el mandatario dice respetar y escuchar, la académica sostiene que, en la práctica, Barbosa abre constantes frentes.
El caso más reciente, indica Ramón Pérez, es el diálogo que sostuvo con los principales empresarios de la entidad para analizar una posible fecha de reactivación de la economía, del cual excluyó a los líderes de cámaras empresariales a los que acusó de asumir una posición de “rivalización” contra su persona.
Al mismo tiempo, expone que el mandatario evade mecanismos de transparencia sobre el manejo de recursos y licitaciones, con lo cual la ciudadanía carece de información para medir su desempeño.
No en balde, señala, en las evaluaciones sobre el desempeño de los gobernadores frente al covid-19, Barbosa aparece entre los peor calificados, y Puebla se ubica entre las entidades con más contagios y muertes en el país.
Lidia Aguilar Balderas, coordinadora de la maestría en Ciencias Políticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), señala a Proceso que el gobierno de Barbosa se ha caracterizado por las contradicciones, pues su lema de campaña fue la reconciliación, pero ha tenido una postura “exacerbada” de confrontación.
La catedrática considera que su estilo de gobernar se ha caracterizado por “no cuidar las formas” y no tener empacho en mostrar su enojo, en regañar, reclamar y agredir públicamente.
“Es una forma de hacer política que no se había visto ni con gobiernos priistas”, comenta Aguilar, quien señala que esto ha generado que la crispación social que ya existía en Puebla desde los comicios de 2018, en cierta medida prevalezca, lo mismo que la percepción de persecución y revanchismo político.
Indica que hasta ahora el gobierno de Barbosa se muestra igual de autoritario que el de Moreno Valle.
“La diferencia entre uno y otro –señala– es que Moreno Valle cuidaba su discurso, el papel que le correspondía en la estructura del gobierno y las formas; con Barbosa hay una concentración pública en él, él es el gobierno, y no parece importarle cuidar esa parte de la comunicación social.”
Este es un fragmento de un reportaje del número 2283 de la edición impresa de Proceso publicado el 2 de agosoto de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí
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