“Crímenes de familia”: oscuros secretos en el hogar

MONTERREY, N.L. (proceso.com.mx).– El amor al hijo puede provocar en una madre ceguera emocional permanente. Para Alicia, negar que su muchacho no es el ángel que cree, le traerá dolores muy intensos.

Crímenes de Familia (2020) es el estrujante estreno presentado por Netflix que muestra, en su trágica dimensión, cómo una digna dama de sociedad se esmera por ocultar las tropelías del vástago.

La negación la mantiene viva. Pensar que el chico es solo una víctima más de las circunstancias le hace alimentar la ilusión de que aún tiene remedio, que puede comportarse con decencia y llevar su vida lejos de los problemas.

Sebastian Schnidel dirige y coescribe este denso drama sobre los secretos que hay al interior de cada familia. Elige el punto de vista de la alta sociedad, que banaliza los extravíos de los suyos, y se endulza la vida tratando de vivir dentro de una patética burbuja donde los demás, nunca ellos, son siempre los culpables.

Alicia (Cecilia Roth) no acepta que su muchacho es un crápula. Violento, drogadicto, desobligado, abusador, su hijo Daniel, personifica al joven adulto que ha crecido con la simiente del mal. Ha incurrido en tantos atropellos al interior de su propia familia, que termina justamente en la cárcel, que es el lugar en el que debe estar, pese a que se defiende con falsas lágrimas de contrición.

Sin embargo, la ley no sabe todos los delitos que ha cometido, hasta que las circunstancias encajan y la realidad emerge.

La historia es como la de una familia de muchas, que esconden dramas. No hay familia sin secretos, aunque los de esta casa son mucho más profundos y vergonzosos.

Escrita con maestría, la película se mueve suavemente saltando entre los tiempos y las escenas. Las retrospectivas son magníficas y se van encajando fácilmente en el relato. Mientras se ven las vicisitudes de los personajes, enfrentando a los tribunales, los hechos pasados se van intercalando para ir iluminando la escena completa.

Es como un rompecabezas que se va armando pacientemente, entre las discusiones familiares dentro del hogar, el tribunal donde se ventilan los juicios y las oficinas donde se van cocinando los actos de corrupción, que ayudan a la impunidad y a perpetuar la acción de los canallas que resultan impunes.

El protagonismo cae en la actuación vigorosa de Cecilia Roth, que luce en su mejor forma histriónica. Es la abuela que ve con estupor como el hijo es degradado socialmente, ante su propia incredulidad. Su transformación es maravillosa. El corazón esperanzado se va tornando sombrío en la medida en que acepta la horrenda realidad, que termina por ubicarla en su lugar, con un par de sonoras bofetadas que le da la fea verdad que se ha negado a aceptar.

La poco conocida Yanina Ávila se lleva sonoras palmas como la trabajadora doméstica Gladis, una chica con asomos de retraso mental, que ha llevado una vida llena de sufrimiento, que acepta en silencio y resignación. Hasta que su insignificante existencia hace implosión.

Crímenes de Familia es como un relato literario de dinámica lectura, sobre personas que deben desgarrarse espiritualmente, desprendiéndose de sus afectos, para poder avanzar en un mundo que se negaban a aceptar, pero que termina por imponerse con irreductible elocuencia.

Lo que queda, según se dice aquí, es reconocer los errores, aceptar los hechos y avanzar, caminando, siempre, por el sendero de la justicia.

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