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Día Internacional de Conmemoración del Holocausto: Auschwitz no surgió de la nada
DW.- El lugar de la “pesadilla más monstruosa” de la historia de la Humanidad: así describe el primer ponente los crímenes nazis, durante la conmemoración de los 75 años de la liberación del campo alemán de exterminio de Auschwitz por el Ejército soviético. Se trata del presidente polaco, Andrzej Duda, quien promete que Polonia conservará “la memoria eterna” del Holocausto.
Aquí, en Auschwitz -hoy en territorio polaco- la Alemania nazi perfeccionó su maquinaria criminal: ejecuciones, cámaras de gas, crematorios. Desde 1940, sobre todo desde 1943, 1.1 millones de personas fueron asesinadas sistemáticamente aquí, hasta la llegada, el 27 de enero de 1945, del Ejército soviético. 75 años después, cerca de 200 supervivientes y sus familiares, así como representantes de unos 50 países del mundo, se han reunido en Auschwitz para rendir homenaje a las víctimas, y para que la memoria de lo sucedido se mantenga viva.
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Un día de duelo
En Auschwitz-Birkenau, las enormes tiendas levantadas para albergar a los visitantes prominentes de hoy, las torres iluminadas, junto con las vallas y puestos de control, cambian por un momento el perfil del lugar y lo transforman en un sitio de encuentro. Al mismo tiempo, eso hace que Birkenau -el lugar donde se encontraban las cámaras de gas- el centro de las conmemoraciones, especialmente por la presencia de los 200 sobrevivientes, hombres y mujeres frágiles y de edad avanzada.
Están sentados en las primeras filas, algunos en sillas de ruedas, y muchos de ellos llevan un pañuelo a rayas azules y blancas, el símbolo de este lugar y de los que lograron sobrevivir a él. Entre sus pies corren aquellos rieles sobre los cuales una vez fueron transportados en vagones, hacinados como animales, y llevados hasta la rampa en la que se decidía sobre su vida y sobre su muerte.
“Shalom”
Cuatro de los sobrevivientes se ponen de pie para hablar ante el micrófono. Lenta, temblorosamente, pero con fuerza. “Permítanme decir shalom”, comienza la israelí Bat-Sheva Dagan, en polaco. Dice no estar segura de “si esto es realidad o solo un sueño”, 75 años después. Esta anciana de 94 años, cuyos padres y hermana fueron asesinados en el campo de exterminio de Treblinka, fue la única miembro de su familia que sobrevivió al Holocausto. Permaneció 20 meses en Auschwitz, y ahora cuenta que muchos niños en Israel la consideran la pionera en transmitir los hechos del Holocausto. También relata la vida en el campo de concentración, y acerca de las crueles mujeres vigilantes, el miedo al “ángel de la muerte”, el doctor Mengele, que en Auschwitz se convirtió en un genocida. Y de la amistad con los otros prisioneros. Habla durante un largo tiempo, pero hace a un lado su manuscrito, y continúa sin leerlo. De vez en cuando necesita un poco de agua para seguir. Y cuando finaliza, tiembla. Los aplausos la acompañan de regreso a su lugar.
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También está Else Baker, de 84 años, nacida en Hamburgo, a quien los nazis catalogaron de “mezcla con gitanos” y enviaron a Auschwitz. Cuenta que vive en las cercanías de Londres, y agradece al Estado polaco por la conservación del monumento de conmemoración del Holocausto. Casi no puede leer por su mala visión, pero advierte a todos que deben comprometerse con la lucha por la democracia y los derechos humanos. Marian Turski, de 93 años, un periodista de renombre en Polonia, aún activo, preside el Consejo del impactante Museo de la Historia de los Judíos Polacos, en Varsovia. “Auschwitz no surgió de la nada”, subraya. Por su parte, Stanislaw Zalewski, de 93, defiende sobre todo el valor de la dignidad humana.
“Somos los últimos”
Cada uno de los cuatro sobrevivió a varios campos de exterminio, no solo a Auschwitz. Todos hablan con la experiencia de haber pasado por ese infierno, una noche oscura que no deja de ocurrir en su memoria. Sus relatos son objetivos, pero llenos de emoción. Y luego se disculpan por esas emociones. Se trata de los últimos testigos, tan valiosos, del Holocausto. Casi todos en sus discursos dicen ser “los últimos”, y que esta es “la última vez”. Sin embargo, la noche anterior, Michael Bornstein, de 80 años, uno de los 52 niños de menos de ocho años hallados luego de la liberación de Auschwitz, dijo: “¡Nunca subestimes a los sobrevivientes!”.
Ronald Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial, expresa los sentimientos que surgen de las declaraciones de los supervivientes. Habla con afecto de las víctimas y de los sobrevivientes, y manifiesta su ira hacia el comportamiento del mundo en tiempos del Holocausto. Dice que todos miraban para otro lado, y que casi todos los países europeos enviaron a sus judíos al exterminio, y que nadie los ayudó. ¿Y hoy? Hoy se está produciendo “una abierta y nueva propagación” del odio antisemita. El antisemitismo vuelve a extenderse por el mundo, y la comunidad internacional permite que Israel esté sentada en el banco de los acusados en el Consejo de Seguridad de la ONU, subraya.
El tribunal de la vida
Antes de finalizar la ceremonia, se lleva a cabo una oración. Voluntarios ayudan a un cantor anciano a levantarse de su silla de ruedas. Se trata de David Wisnia, de 93 años, otro sobreviviente de Auschwitz, que empieza a entonar el kadish, el panegírico de duelo, dedicado a las víctimas de Auschwitz y de todos los campos de exterminio de la Alemania nazi. Canta con voz clara y fuerte, y uno siente que es el kadish de su vida. Luego, los que aún pueden caminar, salen de la enorme tienda, entre los rieles y los cercos. También salen de allí el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y el presidente israelí, Reuven Rivlin. La engañosa tibieza de este domingo de invierno no oculta el frío que reinó en este lugar. El frío de la rampa donde esperaba la muerte, la cámara de gas. De pronto se hizo de noche. Pero aquí, de algún modo, siempre reina la oscuridad.
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