Hola Don Chefe, le traje un poco de vino. Gracias, me responde. Lo saborea y me pide iniciar nuestra conversación de hoy. ¿Se puede criticar al Liberalismo? ¿Al Racionalismo? Claro que sí. Toda ideología siempre es susceptible de crítica. En este caso es conveniente primero analizar las corrientes del Vitalismo. Para ello debemos invitar a Federico Nietzsche, pues generalmente hay dos maneras de ser de la Cultura y dos maneras de ser de la Persona humana. La primera es la apolínea; aquella manera de ser que acoge en exceso a las formas en las costumbres sociales. Una especie de formalismo que oculta y apaga a la vida; que aniquila la vitalidad y al realismo de la vida. Y limita tanto a la libertad que termina socavando a la vida misma, a nivel social y personal. La segunda es la dionisiaca; esa manera explosiva de ser que gusta muchísimo de la animada e inmensa vitalidad. Entre la manera de ser apolínea y la dionisiaca se provoca una poderosa contraposición entre el hombre, la sociedad y el Estado.
Don Chefe sonríe al recordar que fue un poderoso político desde su juventud. Las ideas revolucionarias y su convicción social mantuvieron su energía toda su vida. Sin embargo, ya está viejo y cansado. Él suspira, toma vino y afirma: siempre viví confundido ante mi propia identidad. Mi objetivo fue buscar reconocimiento, fama, dinero y poder, a toda costa, a cualquier precio. Pero la realidad me alcanzó y me venció al golpearme como un mazo de hierro en mi cabeza. Aprendí. Sí, mucho. Pero lamentablemente tarde, con mi edad avanzada.
FORMALIDADES ASFIXIANTES
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Retomemos el tema inicial, continúa. Al ejercer el poder público leí varias veces, varias, el libro de Federico Nietzche: “Así hablaba Zaratustra”. Me provocó enormes confusiones, y comprendí tarde, pero comprendí, que la sociedad engendra constantemente excesivas formalidades. Tantas que el Estado se contagia de legalismos, acciones políticas formaloides y acartonadas, con formas inentendibles y ajenas a los miembros de la nación. Incluso, formalidades ineficaces o inútiles en las relaciones humanas que provocan aislamiento. El resultado de tanto formalismo apaga el fluir de la vida. El Vitalismo romanticista, asegura Don Chefe, y todas esas formalidades impuestas en lo social causan una radical negación del derecho natural. Por ello surge la necesidad de contextualizar siempre. Porque aquella sociedad de Nietzsche, en aquel 1870, tendía a ser atea y ateisante. Recuerda que Federico en su otra obra: “La Gaya Ciencia”, afirmó que Dios ha muerto ¡porque los hombres lo hemos matado!
DUALIDAD MORAL
Exaltado Don Chefe parece asumir una energía rejuvenecedora. Asegura que hoy vivimos un momento ideal para que cada uno, en sociedad, se forje su propio destino, su propia vida, su propio vitalismo. Es tiempo de hacerlo, haciendo caso omiso a las formalidades inútiles. Tirando a la basura el formalismo asfixiante producto de infinitos paradigmas, percepciones y tradiciones terriblemente heredadas. Y él se pregunta a sí mismo, ¿La cultura occidental es esencialmente atea? Déjame salir de mi propia confusión, señala. Tal parece que está resurgiendo el alma de Nietzsche en muchas personas. Esas que exteriorizan su comportamiento con características como si hubieran leído, además, la obra: “Más allá del bien y del mal” donde Federico define dos tipos de moralidad en la humanidad, una vez que ésta ha matado a Dios. ¿Recuerdas? La “moral de jefes” donde el Bien es la reafirmación de sí mismos, y el Mal es la conciencia del bien común. Y, por otra parte, la “moral de esclavos” (diríamos hoy del pueblo) donde el Bien es la conciencia del bien común, y el Mal es la reafirmación de sí mismos. Reflexionemos profundamente sobre esto.
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DEMOCRACIA DE TIRANOS
Necesito un poco más de vino, me dice. No soy psicólogo y nunca lo seré. Fui un político que mantuve la acción para la movilización popular. Como si fuera mi única “religión”. Por religión me refiero a que dicha acción fue mi razón de ser. Por eso hoy veo que las sociedades o, mejor dicho, los pueblos, hayan leído o no a Nietzsche, generalmente pregonan a través de algunos integrantes de la clase política que Dios ha muerto. Y si Dios murió a causa del Hombre, entonces las personas han de valerse por sí mismas. En este contexto, todo político que quiera destacar, gobernar, manipular, mentir, someter… dominar, será aquella o aquel que se convierta, por voluntad personalísima, en superhombre o supermujer. En esa super persona que logra “reafirmarse a sí misma” antes de que la sociedad la afirme o defina. ¿Me explico? Creo que sí Don Chefe, dije dubitativo. Y alzando la voz me dijo: ¡Cómo! Pero si creer es un acto de fe, y saber es un acto del conocimiento. Luego entonces tu debes saber lo que dices, y no solo creer lo que dices creer.
Todo esto tiene innumerables implicaciones en lo social, afirma Don Chefe. Por ejemplo, hay consecuencias políticas en lo político como resultado de que los gobernantes acogen, consciente o inconscientemente, las ideologías del Vitalismo y las aplican a la irracional movilización social o popular. Al hacerlo, empoderan un principio de acción donde la “democracia” es para los esclavos o para el pueblo, del que asumen tiene inconsciencia social. Pero ese principio, falsamente democrático, solo se queda así, como principio, sin contenido real. Hoy esos políticos se especializan en ejecutar e implementar la siguiente definición de democracia: “Lograr ganar el apoyo popular, a una decisión ya tomada solo por ellos mismos como gobernantes…”. ¿Ahora me comprendes?
Su voz se escucha agotada y el vino se está terminando. Don Chefe, volteando a ver el cielo, comenta que todo sistema político que admite al Vitalismo, termina erigiéndose en Tiranía. Ese tipo de tiranía cegadora de gobernantes con infinita ambición de poder, donde se asalta al poder con la intención de gobernar únicamente para sí mismos. Este fenómeno sigue estando presente en el mundo, en todas partes.
EVOLUCIONISMO SOCIAL
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Cansado, pronuncia sus últimas palabras de hoy. No olvidemos las terribles consecuencias del Estado: “The Struggle for life”. Algo que ni Nietzsche pudo explicar con claridad. Me refiero a los ensayos de Huxley y otros ideólogos, que presentan al Estado como la reafirmación de sí mismo. En ese sentido, muchos gobernantes también se autodefinen conscientemente a sí mismos como supermujeres o superhombres. En esas ideologías todos están contra todos, todos se oponen a todos expresa o silenciosamente. Por tanto, el Estado lucha por su propia existencia, quebrantándose a sí mismo. Don Chefe, viendo ahora al suelo, comenta. Nunca más permitamos se pronuncie siquiera la palabra capitalismo salvaje ni el ignominioso racismo extremo o nacismo.
No todo está perdido en el mundo. Evitemos ponernos la piel de irreflexivos críticos historiadores y teóricos del Estado del siglo XIX. Seamos conscientes de nuestra realidad actual y, desde ahí, pensemos, desde ahí, hablemos y, desde ahí, actuemos, congruentes con el objetivo del Bien común. Por ello urge actualizar el contenido y alcances del Liberalismo en el contexto actual para darle renovado sentido a nuestra legítima libertad. Esa libertad, como derecho vivencial, concretada también en deberes y obligaciones individuales en lo social. Pero de esto conversaremos en otra ocasión, señaló Don Chefe, quien se levantó y se fue.
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