Ricardo Anaya: la carrera contra el tiempo

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Ricardo Anaya: la carrera contra el tiempo

La de Ricardo Anaya es una lucha contra el tiempo. Tarde o temprano se le girará una orden de captura. El juez fijó un nuevo plazo para que se presente a la audiencia en la que le imputarán los cargos: el 30 de enero del 2022.

Es una coyuntura de la que no saldrá bien librado, ya que acudir al juzgado le puede significar, con una muy alta probabilidad, ser detenido y no hacerlo lo colocará en la categoría de prófugo de la justicia.

Un dilema, sin duda, que nos dice mucho de lo que ha venido cambiando nuestro país y no para bien.

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En 2018 Ricardo Anaya contendía para ser presidente de la República, lo apoyaban en su empeño, tres fuerzas políticas: PAN, PRD y Movimiento Ciudadano. En noviembre del 2021 lo que enfrenta es la posibilidad de pasar 30 años en la cárcel si se le dictara la condena más severa por los delitos por los que se le acusa y que tienen que ver con un presunto soborno de 6 millones 800 mil pesos que le habría entregado el ex director de Pemex, Emilio Lozoya.

El relato es endeble, pero se inscribe en la decisión de desmontar la reforma energética que se impulsó en el Pacto por México y que tanto escozor causa en 4T.

Puede ocurrir que la propuesta de reforma del presidente López Obrador, que en teoría es para corregir las deficiencias y traiciones de lo legislado en el pasado no se apruebe y que Anaya vaya a prisión de todas formas. Es decir, estaría encerrado por votar en favor de una propuesta respaldada por las cámaras en dos ocasiones, cuando se aprobó en 2013 y cuando se rechazó su destrucción en el presente.

Todo esto nos dice algo también sobre el 2024, porque por lo pronto, y de no ocurrir algo realmente espectacular, como que la FGR retire las acusaciones, Anaya está fuera de la próxima contienda electoral.

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Lo está, porque es difícil que sus abogados le aconsejen que vuelva al país y menos en las circunstancias actuales, donde es poco probable que pueda desarrollarse un proceso justo para él, entre otras cosas porque ya fue condenado de antemano a nivel público.

Anaya sabe de la complejidad de su situación y se está defendiendo a nivel público, pero sus enemigos tienen, por ahora, el sartén por el mango. En México, hay que recordarlo, a nadie se le niega un vaso con agua ni un auto de formal prisión.

Político, como es, sabe que en el futuro las cosas pueden revertirse e inclusive jugar en su favor, porque lo que ahora soporta el comportamiento de la FGR no durará para siempre.

A estas alturas los dichos de Emilio Lozoya están bastante devaluados, tanto así que ya está tras las rejas, pero todavía alcanzan para objetivos de carácter político, como es el caso.

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Ricardo Anaya: la carrera contra el tiempo
Julián Andrade

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