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Historias de Pandemia (III): ¿Aquí no llegará la ayuda? Cuando esperar no es una opción
Carlos Sandoval y Julia Gutiérrez iniciaron sus vacaciones en Europa el 4 de marzo, en Londres; cuatro meses después, la pandemia empujó a estos viajeros sea una odisea para regresar a La Paz, Baja California Sur. Esta es su historia.
“Me regalaron dos boletos de avión, así que aprovechamos para pasear un mes y visitar amigos que viven en diferentes ciudades europeas, pues puedo hacer mi trabajo de forma remota. Nunca creímos que viviríamos toda una aventura para volver”, explicó Carlos Rafael Sandoval, desde La Paz, en donde vive.
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Recuerda que mientras paseaban por Liverpool y Dublín, escucharon algo sobre una pandemia. Como muchos, creyeron que era algo pasajero, así que no adelantaron su regreso a México. Para el 16 de marzo, cuando sus vacaciones estaban a la mitad, se encontraron con que ya no podían salir a ningún lado… ni siquiera al aeropuerto.
“Alcanzamos a llegar con mi cuñado, en Manchester. Aeroméxico nos notificó que nuestro vuelo de regreso, aunque aún le faltaban como dos semanas, ya estaba cancelado. De hecho, cada 15 días nos notificaba una nueva cancelación”, narró Carlos.
Así llegó abril, después mayo, junio y julio. Sus únicas salidas eran al supermercado. Carlos y Julia empezaron a sentirse preocupados: su cuñado había vendido ya la casa que ocupaban y el pasaporte de Julia estaba por vencer. Esperar a recibir ayuda, con la incertidumbre de que todo siguiera detenido, ya no era viable.
“Nos fuimos a Edimburgo. La embajada nos ayudó a renovar mi pasaporte pero no nos dio apoyo para regresar; nos aconsejó ir en tren a Ámsterdam o París, en donde ya había algunos vuelos a México. No sabíamos qué hacer. Aquí no llegaron los vuelos humanitarios y los vuelos comerciales, desde otras ciudades europeas, estaban hasta en 50,000 pesos por persona”, explicó Julia Gutiérrez.
Fue entonces que encontraron el grupo de Facebook “Mexicanos varados en UK por covid 19”. Ahí se enteraron que el pasaporte mexicano no podía moverse con facilidad en Europa, al menos por avión, y como la información al respecto era escasa, no tenían muchos elementos para comprobar si salir de donde estaban era la mejor alternativa.
“Ese Grupo de Facebook fue la mejor ayuda. Ahí vimos el caso de una persona que contó cómo llegó a París y de ahí voló a México. Lo contacté y nos explicó qué hacer”, dijo Carlos.
Con los recursos que tenían tomaron un tren que los sacó del Reino Unido y que les costó 57 libras a cada uno (1,500 pesos mexicanos); luego tomaron un camión hacia París, por 98 libras (2,660 pesos). Tomar un tren directo a París, aseguran, resultaba carísimo, así que no era ya una buena opción.
Cuentan que al llegar a la Aduana en París, alrededor de las 4 am, se encontraron con la sorpresa que no había nadie, ¡pudieron pasar sin problemas! Ahí vieron otra realidad: la gente estaba como si ninguna pandemia hubiera ocurrido, en pleno agosto; contactaron con un amigo que los hospedó, y esperaron desde ahí para poder cambiar su vuelo de Aeroméxico.
“La verdad es que un pariente nos ayudó desde la aerolínea, si no, quizás no hubiéramos podido salir desde París. La embajada jamás nos ayudó; después de casi dos meses nos contestaron el e-mail que habíamos mandado pidiendo asesoría”, agregó Carlos
Cuando esta pareja de jóvenes logró arribar al aeropuerto de Ciudad de México encontraron una nueva cara del Covid-19. En Europa no tenían que usar tapabocas, en buena medida porque, aseguran, no había ni dónde comprarlos. Pero al subir al avión de Aeroméxico sí tuvieron que usarlo, además de que fueron cubiertos de gel y revisiones médicas. Al aterrizar fueron recibidos con más revisiones y muchos cuidados; encontraron además un aeropuerto muy lleno (contrario a lo que vieron en Europa) y con gente hasta durmiendo en el piso. Para ellos, la travesía no había terminado: todavía necesitaban llegar a La Paz.
“Es cierto que al principio nos la llevamos muy tranquila. Hicimos un presupuesto para gastar lo menos posible en Europa, pues aunque yo seguía trabajando de forma remota como administrador comercial, no sabíamos cuándo podríamos volver. Tampoco esperábamos que al llegar a México tendríamos que hacer otra cuarentena: seguimos encerrados, pero ahora en casa”.
Historias de Pandemia (III): ¿Aquí no llegará la ayuda? Cuando esperar no es una opción
Forbes Staff
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