TOKIO (apro).- En esta ciudad, las salas de cine empiezan a operar con mucha cautela: cubrebocas, desinfectantes, distancia física, que no social, se imponen como reglas básicas, y la película se proyecta como es debido; después de un ayuno de cuatro meses la experiencia es jubilosa, sin ruidos, flashazos de celulares ni patadas desde el asiento de atrás. El cine debería verse siempre así. Sí se puede.
Las olas (Waves; EU, 2019) arranca de manera frenética. La imagen se coordina con la música pop, hip pop, luces con arcos de color intenso, azules y magentas; la cámara gira alrededor de los protagonistas, círculos cerrados, mientras que Tyler (Kelvin Harrison Jr.) y sus amigos manejan a toda velocidad, y el ritmo se mantiene diario, desde que el preparatoriano asiste al colegio, practica lucha y sale con su novia.
El director Trey Edward Shults utiliza la cámara como un DJ los discos de vinil. La edición es formidable.
Cuando el espectador ya no puede con la sensación de claustrofobia y derroche de estilo del caleidoscopio de luz y molinetes, el efecto se aclara, ese es el ritmo con el que vive Tyler, bajo la presión de un padre que no permite ni fallas ni respiro.
Ronald (Sterling Brown) se justifica con el hijo programado para campeón; el hecho de ser negro y tener estatus de lujo impone una exigencia 10 veces mayor como padre, la sociedad no perdona al americano africano. Pero el chico padece un mal irreversible en un hombro, y la novia resulta embarazada; la estructura del padre terrible se halla dañada, y sostenido en secreto como está, a base de alcohol y fuertes calmantes, Tyler es una bomba de tiempo.
En la segunda parte, el ritmo de Las olas cambia por completo, el estilo se torna naturalista, brinco y lujo que sólo puede permitirse un realizador independiente como Shults, asistente de Terry Malick, y ya con dos cintas exitosas a sus 31 años.
La historia se centra ahora en Emily (Taylor Russell), la hermana menor de Tyler, acosada en la escuela, tímida, opacada por la personalidad del hermano y la falta de atención paterna. Un compañero del equipo de lucha, retraído como ella, se acerca; sin prisa, Luke (Lucas Hedges) y Emily comienzan un romance improbable, cada uno expone sus heridas; flujos y corrientes se van intrincando de forma natural, como los pantanos de la Florida donde viven… la vista se abre.
Estupendo actor, Lucas Hedges (Manchester by the Sea) supo hacerse a un lado para dejar que Taylor Russell desplegara su talento de actriz, y el director escritor logra el contrapeso adecuado entre Emily y la extroversión de Tyler; el mundo interior de Emily se convierte en el terreno propicio para exponer la furia al interior de la familia, y la posibilidad de redención.
Valerse de actores negros y explorar el tema racial de manera indirecta le ha valido comentarios y crítica acerba al blanco Shults, pero se pierde de vista que, desde el inicio de su carrera, el talentoso realizador explora a fondo a la familia como fuente de terror y aprendizaje del amor. Así, en ‘Krisha’ (2015) expone el infierno y la redención de una alcohólica basado en la historia de su propia tía; o el más reciente (2017) thriller de horror sobre familias que tratan de sobrevivir en un mundo acosado por la peste, ‘Llega de noche’.
Más importante, Las olas confronta el peligro del mito del sueño americano del que James Baldwin se empeñara tanto en advertir a sus hermanos de raza; Ronald y su familia pagan un precio muy alto por creerlo, esas 10 veces más que le cuesta a un negro, según el propio cálculo de este paterfamilias.
Publicar un comentario