De grande quiero ser como Cruella

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De grande quiero ser como Cruella

Imagina la siguiente escena: Un hombre llega sin invitación a un restaurante, observa detenidamente a las personas que se encuentran en la habitación cuando de pronto, sin pensarlo dos veces, comienza a disparar contra los asistentes. Los hombres que están siendo atacados intentan defenderse, pero la mayoría no logra librar la muerte del salvaje ataque a manos del misterioso hombre. ¿Qué opinas del asesino? ¿Es una buena o una mala persona? ¿Qué juicio emitiste automáticamente sin conocer el contexto? ¿Tu imagen cambiaría de villano detestable a villano interesante si desde el inicio te hubiera dicho que el hombre en cuestión es Joker?.

El cine es un arte en constante evolución. La manera de contar una historia y alcanzar a distintas audiencias debe de avanzar a través del tiempo para ajustarse y adaptarse a la demanda, moda, tendencias y lineamientos sociales. Por lo tanto, los villanos en el cine también se han ido mudando de moldes. Quienes años atrás se representaban como embajadores de la maldad, con rasgos desagradables e intenciones puramente viles, al día de hoy se han caracterizado de distintas formas, adquiriendo distintas tonalidades, matices y profundidad.

Recientemente se estrenó el nuevo live action de Disney, Cruella. Una nueva adaptación del personaje que nació en 1956 con ‘101 Dálmatas’ de la pluma de Dodie Smith. Posteriormente tuvo una adaptación animada en 1961 ‘La noche de las narices frías’ y una versión live-action en 1996, que nos regaló una escalofriante interpretación por parte de Glenn Close (ya denle su Oscar). Y ahora siguiendo la tendencia de abordar a un villano clásico desde una nueva óptica (anteriormente retratado en Maléfica de 2014), esta cinta protagonizada por Emma Stone nos contará los orígenes de la emblemática villana.

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Afortunadamente esta película ha encendido la pregunta sobre el impacto negativo que puede tener en la audiencia (niños y jóvenes principalmente) el retratar de una forma tan atractiva e incluso aspiracional, la maldad. No digo afortunadamente porque me considere una persona vil que celebra el conflicto social, si no porque Disney se caracteriza por ser una empresa familiar, y por lo mismo  son pocas las producciones que resultan lo suficientemente arriesgadas como para generar este tipo de conversación. Elemento que a mi parece la convierte en un producto interesante que se puede diseccionar y abordar desde diferentes perspectivas.

“No soy mala, solo fui dibujada de esa manera”

Jessica Rabbit

Inicié el texto presentándote un acto violento sin conocer al perpetrador. Sin contexto lo más sencillo es emitir un juicio simplista. Es malo o es bueno. Pero una vez que tenemos un referente, un origen, el lente con el que observamos al supuesto “villano”, comienza a distorsionarse, y es partir de que nos muestran más de su personalidad, su recorrido y los personajes que lo rodean, que podemos decidir si consideramos a este personaje como alguien bueno, malo, o algo en medio.

Sin duda la trilogía del Padrino o Darth Vader, son el claro ejemplo de entidades que actúan bajo una moral corrupta o malvada, pero que han logrado trascender tanto el cine, la cultura pop, y en el corazón de la audiencia. En el caso del Padrino, tenemos a una familia cuyo oficio nace y se nutre de actos delictivos. Y por otro lado, con Darth Vader,  una figura emblemática y misteriosa (antes de las precuelas) cuya estilizada presencia provoca admiración.

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Con temor a ser reduccionista pero con la intención de no saturarte de información, podemos decir en concreto que hay factores determinantes que manipulan a la audiencia para posicionarse del lado del villano. Entre algunos de ellos está:

1.- Su rol protagónico

Por lo general las películas son historias contadas desde la perspectiva de una persona o un grupo de personas que van a emitir un juicio desde su posición. Por ejemplo, si bien Michael Corleone es un mafioso que se dedica a cobrar venganza y asesinar personas. El hecho de que conozcamos su rutina, a su familia, sus temores y anhelos, los convierte en el protagonista a quien deseamos acompañar.

2.- Sus características positivas

La mayoría de los villanos  a quienes vemos con admiración, a pesar de que comentan actos que consideramos repulsivos, se debe en que a su vez poseen características que valoramos como sociedad. Por ejemplo: inteligencia, astucia, liderazgo, iniciativa, fuerza, etc. De tal forma que si bien Lex Luthor encarna la manera en la cual el poder corrompe a una buena persona, él no deja de ser un hombre sumamente inteligente que raya en la genialidad. Rasgos que muchos de nosotros quisiéramos poseer.

3.- El contexto y la empatía

Similar al protagonista, el contexto es básico para congeniar con el villano. E incluso si el espectador no alcanza un nivel de empatía, por lo menos comprende en cierto grado el por qué detrás de sus acciones. Su maldad no se asume como mística o de origen, sino que se exploran las razones para comprender (no precisamente justificar) su forma de actuar. Y muchas veces es más fácil empatizar con alguien a quien la vida no lo ha tratado particularmente bien, que con un héroe impecable que siempre toma las decisiones correctas.

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4.- La belleza

Si bien no todos los villanos han gozado el privilegio de tener un bello rostro o vestir elegantes, este sin duda es un atributo que inconscientemente relacionamos con la bondad. Bien decía Leon Tolstoi: “Qué ilusión extraña es suponer que la belleza es la bondad”.

Por ejemplo, el personaje de Patrick Bateman interpretado por Christian Bale en American Psycho se convierte en un modelo aspiracional. No en cuanto a los actos homicidas que comete, pero sí en su impecable rutina que lo retrata como uno de los hombres malvados más atractivos en la historia del cine. De ahí que el espectador luche por odiarlo pero no pueda evitar sentir cierta admiración hacia sus rasgos positivos, en este caso, la belleza.

Cruella reúne todos los puntos anteriores, razón por la cual surge el cuestionamiento si al volverse una especie de ícono o modelo a seguir, podría detonar en actitudes negativas o tóxicas para la audiencia joven.

A pesar de que se han realizado varios estudios, al día de hoy no existe una conclusión contundente que determine a qué grado la ficción puede moldear, manipular o influenciar en los comportamientos reales de la audiencia.

En la década de los 60 ‘s se llevó a cabo el famoso “Experimento de la muñeca Bobo” de Albert Bandura sobre la influencia que puede tener la exposición de la violencia a temprana edad. Pero a lo largo de los años se ha sostenido la idea de que la crianza, educación, entorno social y salud mental son elementos claves para determinar qué tanto puede o no influenciar un producto en la mente de una persona para que este le provoque actuar con violencia.

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Douglas Gentile, Director de investigación para el Instituto Nacional de los Medios y la Familia, dijo lo siguiente:

“La violencia en los medios no es diferente de otros factores de riesgo de agresión. No es el más grande ni el más pequeño. Si hay alguna diferencia importante, es simplemente que la violencia en los medios de comunicación es más fácil de controlar para los padres que otros factores de riesgo, como ser acosado, tener enfermedades psiquiátricas o vivir en la pobreza”.

En cuanto a si la exposición constante a imágenes violentas puede tener un impacto a largo plazo en la conducta de la audiencia, al consultar a Matilde Matuk, psicoanalista miembro de la Sociedad Psicoanalítica de México, me comentó lo siguiente:

“Recuerda que somos biopsicosociales, en ese sentido, nada va a determinar nunca al 100% algún comportamiento del ser humano, siempre hay espacio de duda. Con eso dicho exponer a alguien constantemente a un estímulo genera que lo normalice, y eso hace que la percepción se altere. Sea para violencia o para no violencia”.

En mi cuenta de Twitter realicé la siguiente encuesta donde consultaba a mis seguidores en cuanto si alguna vez han actuado bajo la influencia de un villano ficticio. Estos fueron los resultados:

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Sin duda la respuesta me consterna un poco. Pero me da la impresión de que se refieren más a situaciones de índole no agresiva o realmente dañina, y más en torno a una actitud.

A ciencia cierta pareciera que aún no tenemos una respuesta definitiva sobre la influencia que los villanos que vemos en el cine o la televisión, tienen a largo plazo en las personas. Lo que sí sé, es que cada vez se están retratando de manera más compleja, no sólo en obras cinematográficas adultas como “El Padrino”, si no en producciones de carácter infantil como “Cruella”. Por el momento solo queda por descubrir si los disfraces de Cruella van a terminar con la larga tradición de Elsas y Anas que desfilan cada noche de Día de Brujas.

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Gaby Meza

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