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Con planta de reciclaje de cascajo en CDMX, sacan dinero de debajo de las piedras
La próxima vez que pises una banqueta pregúntate de dónde viene el material con el que está hecha: podría venir de un edificio demolido, de la remodelación de una casa o de la construcción de un rascacielos. Podría venir incluso de barrancas, áreas naturales protegidas o terrenos baldíos. Esto es posible debido a que en la Ciudad de México el residuo de la construcción y demolición, conocido como cascajo o escombro, ya es reciclable e incluso un modelo de negocio de economía circular.
La empresa Concretos Sustentables Mexicanos S.A. de C.V., constituida en 2012, es ahora la primera en reciclar los residuos de la construcción y la demolición, de los que diariamente se generan entre 12 y 14 mil toneladas en la Ciudad de México. Se trata del Centro Integral de Reciclaje de Residuos de la Construcción (Cirec), ubicado en un terreno contiguo al Parque Bicentenario, en la alcaldía Miguel Hidalgo, donde con una inversión privada de 60 millones de pesos el cascajo se transforma en agregado de concreto reciclado.
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“Para obra privada se debe de utilizar para elementos no estructurales, sí hay una restricción en el uso del agregado reciclado. A comprensión no tenemos ningún problema, pero en elasticidad sí hay una afectación. Es decir, puede ser para pisos o firmes no estructurales, aplanados, rellenos de cimentaciones, bases, subbases. Hay mucho concreto en la obra que no es estructurales, solo tenemos la restricción para trabes, columnas y muros de carga”, precisa el ingeniero civil por la Universidad Iberoamericana.
En el fondo, dice a Forbes México la secretaria del Medio Ambiente de la Ciudad de México, Marina Robles, se resuelven dos problemas: “el primero es que cada tonelada de residuos de la construcción significa la extracción de recursos naturales vírgenes. El segundo es que cada que se destruye y se reconstruye algo se generan estos residuos y se depositan en sitios que no necesariamente son apropiados, porque generan destrucción de los ecosistemas que más debemos cuidar, por ejemplo las barrancas, los canales, los humedales, lagos o incluso en las esquinas, en las banquetas, terrenos baldíos”.
“Lo que cierra la pinza es que nosotros actualizamos una norma que se creó en el año 2004. Es la norma 007, que establece las especificaciones para el manejo integral de estos residuos de la construcción, donde el gobierno central y las alcaldías estamos obligados a utilizar material reciclado en parte de la obra pública que realizamos, obra no estructural, sino más bien banquetas, guarniciones, mobiliario urbano, y esto permite que cerremos el círculo para facilitar un esquema de negocio que sería el reciclaje de estos materiales, con la compra que el gobierno estaría haciendo de todos ellos, para que puedan utilizarse en obra pública”.
Marina Robles García, secretaria del Medio Ambiente de la CDMX.
De acuerdo con datos de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), “la generación de residuos de la construcción y demolición ha aumentado como consecuencia del incremento en las obras públicas y privadas, construcción de edificaciones nuevas y las actividades de remodelación que se han llevado a cabo en la Ciudad de México en los últimos años”. Además, a causa del sismo del 19 de septiembre de 2017 se demolieron mil 506 edificaciones y por lo menos cuatro mil 757 están en espera de ser demolidas por el alto riesgo de colapso, por lo que se abre un problema de gestión de este tipo de residuos que debe ser atendido.
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Cerrar la pinza
La secretaria del Medio Ambiente del gobierno de la Ciudad de México destaca en entrevista que fue gracias a una modificación de la norma ambiental NACDMX-007-RNAT-2019 que se hace obligatorio que los residuos de la construcción y la demolición que se generen en obras públicas y privadas se dispongan en plantas de reciclaje. Dicha norma fue publicada el 20 de julio pasado y entrará en vigor el 18 de octubre de este año.
Es decir, a partir del 18 de octubre tanto el gobierno de la Ciudad de México, de las 16 alcaldías y las personas físicas o morales que generan residuos de la construcción y la demolición, estarán obligadas a tratarlos mediante una planta de reciclaje. Con esto se logra que el cascajo ya no termine en los camellones, banquetas, lagos, áreas naturales protegidas, barrancas y que se erosionen minas para extraer productos de la construcción. Además, se crea una cadena de valor que antes no existía.
“La lógica bajo la cual funcionaba el tema de los residuos de la construcción era que, al no tener un mercado, este material no tenía valor, pero al ahora tener un mercado importante, nadie va a querer tirar un cascajo en cualquier sitio porque finalmente es perder recursos. Las propias empresas recicladoras de estos materiales serán las más interesadas en estar recibiendo los materiales de la construcción y demolición”, comenta la secretaria Robles García.
Cuando las empresas van a construir una obra nueva, “tienen que presentar ante la Secretaría del Medio Ambiente un plan de manejo de sus residuos de la construcción”. Con la actualización a la NACDMX-007-RNAT-2019 los generadores del residuo tendrán que entrar a una plataforma que se llama Reci-Track para agendar una cita y poder disponer de su cascajo en una planta recicladora. Hasta ahora el Cirec de Miguel Hidalgo es la única planta, pero habrá otra.
Gutiérrez Smith cuenta al respecto: vamos a montar otra planta en el Bordo Poniente, una vez que se aclare el tema de la vía de cómo se va a instalar y en que fracción del Bordo se instalará. Va a ser del doble de capacidad de esta (Cirec), para residuo de la construcción mezclado y tendremos también capacidad para procesar asfalto”. Esta planta se definió mediante un concurso público que hizo la Sedema en 2019 y cuyo resultado se dio a conocer en diciembre de 2020.
“El tema del cascajo era ya de emergencia sanitaria, no podía esperar más. Creemos que estamos creando un precedente importante con la instalación de esta planta porque es la primera en el país que puede tratar el residuo de la construcción mezclado, que es la mayoría del residuo que se genera en toda la ciudad. Creemos que sí estamos haciendo un cambio importante en la manera en la que se gestionan estos residuos y lo estamos haciendo con un sentido empresarial, estamos buscando hacer del reciclaje una actividad empresarial sustentable y sostenible. Que se pueda replicar este modelo, que se pueda crecer y que sea negocio, porque si no es negocio tampoco puede crecer”.
Gerardo Gutiérrez Smith, consejero técnico de Concretos Sustentables Mexicanos.
El representante de Concretos Sustentables Mexicanos entresaca aspectos importantes de la norma: la Sedema exigirá a constructores un contrato con alguna planta recicladora de cascajo para disponer de sus residuos de la construcción y demolición; 100% del material se tiene que mandar a la planta de reciclaje, ya no está la opción de enviar a sitios; uso obligatorio de materiales reciclados en ciertos elementos no estructurales de la obra; unidades de inspección ambiental que van a verificar el cumplimiento a la NACDMX-007-RNAT-2019.
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¿Cómo funciona la planta?
Esta primera planta de reciclaje de cascajo, puesta en operación hace unos meses, tiene dos esquemas de operación: cuando el residuo no viene mezclado con otro tipo de elementos (basura, madera, acero, asfalto) se tritura y el producto que se obtiene se mezcla en la planta de concreto con arena, grava y cemento, para luego depositarlo en ollas y transportarlo a las diferentes obras públicas y privadas que lo compren (a un menor precio que el material con agregado de mina).
Si el residuo viene mezclado, o contaminado (que es el 90% de los casos), se debe someter a un proceso de separación, y en eso lleva ventaja Cirec, pues cuenta con la primera línea de separación de residuos de la construcción en México. Ahí se limpia el escombro para obtener un material pétreo y luego se repite el proceso en la planta de concreto. En este proceso se generan además otros residuos como polvo, basura, asfalto, tabique, madera o acero, que también son revalorizados o en su caso enviados a sitios de disposición final.
“Este cascajo que estamos tratando antes no se podía valorizar y terminaba en ríos, presas o barrancas. Y tiene un doble efecto, porque además, al utilizar este material, estamos evitando erosión o que se desgasten minas y canteras para sacar material nuevo, porque el residuo es una piedra que ya tenemos aquí en la ciudad y que estamos aprovechando bajo un concepto de minería urbana. Así estamos dejando de ir a 60 o 70 kilómetros a erosionar estas minas y canteras”, subraya Gerardo Gutiérrez.
Hasta ahora han recibido cascajo de pequeños generadores (remodelaciones de casas particulares) y del que recolectan las brigadas de limpia de las alcaldías Gustavo A. Madero y Miguel Hidalgo, pero esperan que a partir del 18 de octubre, con la obligatoriedad impuesta a través de la NACDMX-007-RNAT-2019, llegue más residuo de la construcción y demolición de grandes obras públicas y privadas. Por lo que la producción de agregado reciclado aumentará.
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Revalorizar el escombro
La nueva NACDMX-007-RNAT-2019 obliga también a que la obra pública y privada tenga materiales de concreto reciclado. De esta manera se completa el esquema de economía circular: lo que antes era cascajo que se tiraba en la calle, terrenos baldíos, barrancas o áreas naturales, ahora se recicla para que vuelva a ser usado en nuevas construcciones. Y en medio se genera empleo y un nuevo modelo de negocio, admite la secretaria Marina Robles.
“Con un trabajo como el que estamos haciendo con las plantas de reciclaje de residuos de la construcción los estamos reintegrando a la cadena productiva para que, además de que dejemos de tener los problemas ambientales relacionados con estos residuos, también dejar de tener los problemas de extracción de materiales vírgenes y además estamos generando empleo dentro de la lógica de la economía circular”, comenta la funcionaria a Forbes México.
Gerardo Gutiérrez Smith, consejero técnico de Concretos Sustentables Mexicanos, la empresa detrás de la primera planta de reciclaje de cascajo detalla que en el modelo anterior el gobierno perdía dinero acopiando toneladas de cascajo en campamentos para luego pagar a una empresa 430 pesos por metro cúbico para que lo trasladara a otros sitios de disposición. “Nosotros cobramos 230 o 250 pesos por metro cúbico, dependiendo de qué tan contaminado llegue el material. En ese proceso se gastarán la mitad de lo que se gastaban antes”.
También obtienen ingresos de los residuos que se generan limpiando el cascajo: si la madera es de cimbra o tiene aceites y solventes, se vende a las cementeras para que la usen en sus hornos, si está limpia se hace tritura para hacer mulch, un abono que se coloca en áreas verdes de la ciudad. Del tabique y asfalto se producen bases y subbases para rellenos. Del material fino se obtiene relleno para minas y cavernas y el acero se vende por tonelada.
“Yo hago la analogía de decirle a los constructores y desarrolladores: si vas en la calle y tiras una bolsa de frituras se ve mal ¿entonces por qué están tirando toneladas y toneladas de cascajo en barrancas y ríos en la ciudad y el Estado de México? Tenemos un millón de metros cúbicos en Xochimilco tirados, tenemos que hacernos responsables nosotros como constructores y desarrolladores de a dónde estamos mandando este residuo, y si cuesta un poco más el reciclar, que se asuma ese costo, pero que vean el beneficio de utilizar los materiales reciclados”.
Gerardo Gutiérrez Smith, consejero técnico de Concretos Sustentables de Mexicanos.
Gutiérrez detalla que el costo de la recepción del cascajo en el Cirec va de los 90 a los 350 pesos por metro cúbico, dependiendo qué tan mezclado esté con otros residuos. Los precios a los que venden el agregado de concreto reciclado van de 95 pesos por metro cúbico para la arena y grava reciclada, hasta los mil 250 pesos el metro cúbico de un concreto, por ejemplo, para banqueta, que en el mercado “debe estar sobre mil 400 pesos el metro cúbico de concreto hidráulico con agregado de mina”.
Si bien los desarrolladores verán un costo en disponer de manera adecuado y conforme a la norma sus residuos de la construcción, el impacto se calcula que sea de apenas el 1% del costo total de la obra, subraya Gutiérrez Smith, quien remarca que también habrá ahorros en el proyecto al usar el material con agregado reciclado, no solo porque los precios son menores, sino que reducirán el costo de la logística de acarrear el cascajo, ya que el Cirec se ubica a cinco kilómetros de Reforma y Polanco, y así se evitarán los 25 o 30 kilómetros que recorrían antes.
“Ahí hay un ahorro de 80% de la distancia en acarreos, que se traduce en ahorro de logística y en disminución de emisiones de CO2 de la industria del transporte de la construcción. Por eso los llamo a que sean responsables, reciclen y que se sumen a este modelo de economía circular que nos beneficia a todos”, insiste.
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El mercado crecerá, pues se espera que en los próximos meses se instale una nueva planta de reciclaje de cascajo e incluso de asfalto en el Bordo Poniente. Al respecto la secretaria del Medio Ambiente comenta que “la idea es crecer en el número de empresas que se dediquen a este reciclaje. Ahora la ciudad tiene esta planta de Parque Bicentenario, pero también está una pequeña en el Parque Cuitláhuac, en Iztapalapa, donde todos los materiales que estamos utilizando en la construcción de este parque se están procesando, reciclando y reaprovechando en este mismo lugar. La idea es que esta forma de aprovechamiento se mantenga”.
Y cierra: “buscamos una reactivación productiva (tras la pandemia), pero no cualquiera, no bajo esa lógica lineal que nos regresa a lo que finalmente nos está ocasionando los problemas. La economía circular abre un gran potencial para nuevos esquemas de negocios que en la ciudad han empezado a florecer mucho, con iniciativas que están pensando en reaprovechar lo que ya existe, darle un segundo uso a los bienes que están en circulación. Se están dando pasos, pero tenemos que avanzar de manera más fuerte”.
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Israel Zamarrón
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