WASHINGTON (apro).– Si las encuestas sobre la tendencia electoral fueran confiables y precisas, en estos momentos sería la demócrata Hillary Clinton y no el republicano Donald Trump quien estuviera buscando la reelección a la Presidencia de Estados Unidos.
Hace cuatro años exactamente, octubre de 2016, en el preámbulo de las elecciones presidenciales estadunidenses de noviembre de ese año, las encuestas realizadas por los medios de comunicación de ese país daban por hecho la derrota de Trump ante Hillary Clinton.
En la actualidad, a 25 días de las elecciones presidenciales del martes 3 de noviembre de 2020, los sondeos realizados por los diferentes medios de comunicación adelantan una perspectiva de derrota inevitable de Trump ante la candidatura del demócrata Joe Biden.
Los escenarios de hoy con los de hace cuatro años son diferentes, el mundo padece una pandemia y sus efectos en la economía global no hacen una excepción con Estados Unidos.
Hay otro factor es que el vicepresidente Biden no es Hillary Clinton, ahora considerada como la peor candidata presidencial en la historia del Partido Demócrata.
Trump es un presidente con un estilo de gobernar que no encaja en los aspectos tradicionales de la política ni de la democracia institucional y burocrática de su país; es ególatra, racista, provocador, irreverente y promotor de ideas y decisiones con un patrón imperialista.
La pandemia por covid-19 ha enviado al desempleo a unos 30 millones de estadunidenses desde marzo pasado a la fecha, la economía no da vistos de recuperación en lo que resta de este año y las restricciones sanitarias dan una apariencia fantasmagórica a varias ciudades y pueblos.
Una característica envidiable en el mundo entero del sistema democrático de Estados Unidos es que premia o castiga a sus funcionarios públicos en cada una de sus elecciones, reelige a quienes rinden frutos y expulsa a los fracasados o ineptos.
Desde el análisis más superficial sobre la presidencia de Trump con referencia a la realidad económica y social de su país, la lógica indicaría que en los comicios del próximo martes 3 de noviembre los estadunidenses se disponen a reemplazarlo con Joe Biden.
Dicha conclusión comulga con lo que en estos momentos publican las diferentes encuestas que se han llevado a cabo por parte de decenas de medios de comunicación en Estados Unidos, las que en su simple lectura exponen a Biden como un candidato presidencial invencible.
Como ejemplo están las encuestas más recientes dadas a conocer esta semana, la de Global Strategy Group y la de la agencia de noticias británica Reuters; en la primera la tendencia electoral da a Biden 52% de apoyo y a Trump 44%; la segunda 53% y 41%, respectivamente.
La firma de investigación y encuestas FM3 Research dio a conocer el resultado de su sondeo sobre la tendencia electoral sobre la elección presidencial y encontró que, en este momento, hay 53% de respaldo a Biden frente al 42% del presidente Trump.
Por su parte, la Universidad del Sur de California recogió en su encuesta que, si se realizaran en este momento las elecciones presidenciales, Biden saldría victorioso con 53% de sufragios mientras que Trump en su derrota recogería el 42%.
Otra más, la que llevó a cabo la firma de consultoría Morning Consult, que da a conocer que un 52% de los estadunidenses están decididos a votar por Biden en las elecciones de noviembre, frente a un 43% que aseguró sufragará a favor de la reelección del presidente Trump.
Es indudable que la historia política de Estados Unidos refrenda la percepción de que sus electores votan por el candidato presidencial (incluido el gobernante en turno cuando busca la reelección) que les garantice el bienestar de sus intereses económicos y el de su bolsillo.
Las cifras macroeconómicas de la actualidad no son nada favorables para las aspiraciones de Trump de ampliar por otros cuatro años su aventura y fantasía política, pero las encuestas dejaron de ser confiables para medir la temperatura de la tendencia electoral.
Dentro de 25 días no sólo estará en juego la Presidencia de Estados Unidos sino también la posibilidad de que las encuestas sobre la tendencia electoral y que hacen los medios de comunicación, universidades y empresas recuperen la credibilidad perdida hace cuatro años.
Con tampoco tiempo de aquí a los comicios, el promedio porcentual que se obtiene con una simple ecuación matemática de entre el resultado de todas las encuestas expone una ventaja para Biden que difícilmente remontaría Trump, pero lo hizo en 2016 y no hay nada que garantice que el polémico y atípico presidente de Estados Unidos no lo vuelva a hacer.
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