Una tristeza recorre el mundo desde Latinoamérica: partió el caricaturista Quino, el creador de Mafalda, “el Gabriel García Márquez de los moneros”, a decir de su colega mexicano Trino. En entrevista, cuenta su relación personal con Joaquín Salvador Lavado Tejón, nacido en Mendoza, Argentina, en 1932; asimismo, hace su evaluación profesional, ubica su dimensión humana y como artista independiente, sin partido, si bien socialista. Y claro, de la vigencia de Mafalda, niña justiciera y “una obra maestra”; pero Quino, dice, “es todavía más que ese personaje”.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Sus nombres artísticos riman y sus profesiones se corresponden, siendo Quino “dios de los dibujantes latinoamericanos en el mundo”, según Trino, uno de los más destacados moneros mexicanos independientes.
El 30 de septiembre de 2020 se fue el creador del personaje Mafalda, nacido en 1932 en Argentina; y su colega tapatío (1961), el de El Santos y La Tetona Mendoza, entrevistado por Proceso, vocea desde su estudio en Ajijic, muy cerca de Guadalajara:
“¡Se murió el caricaturista más grande que ha dado Latinoamérica! El creador de Mafalda, sí, la tira cómica con mayor número de lectores en Latinoamérica que se haya leído en el mundo, y yo creo incluso que se vende aún más que Cien años de soledad. Quino sería el Gabriel García Márquez de los moneros, ha permeado a varias generaciones.
“Y si hay niños de 10 años que no lo conozcan –cosa que no sucede en mi casa, donde mi hijo José María, Chema, de 12 años, lo conoce perfectamente–, me parece terrible porque es como no conocer el mar.”
Trino conoció al mendocino Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón, su nombre real) a finales de 1988, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), con su compañero de historietas Jis (José Ignacio Solórzano, 1963). Su voz fluye aguda, emotiva:
“Cuando se inició la FIL tuvimos la oportunidad no sólo de conocerlo ahí, sino de irnos un par de días al mar Pacífico. Jis por a’i tiene ese video en cintas Betamax, ¡fíjate nomás!, vagamos extensamente la orilla con él. Ya le dije a Jis que antes de que pase una radiación más fuerte y no se puedan ver esos videos, lo rescate. Juntos vimos desovar a unas tortugas marinas carey, nos hospedamos en un hotel a’i mero en Careyes, nos conocimos suave.
“En realidad, el alter ego de Quino en la tira cómica de Mafalda era el personaje de Felipito, igual de introvertido; muy difícil de compaginar a las primeras de cambio. Pero una vez entrando en confianza, se volvía el Quino de ese humor ácido característico, se abría de capa.”
Dibujar siempre a los mismos personajes arruina a uno… Mafalda me hizo famoso. A veces le tengo cariño, a veces rabia. Los días más felices de mi vida los pasé cuando ya no tuve que dibujarla… Como personaje, no es el mejor, caí en la verborrea de que Mafalda predica la justicia, la paz; con el único personaje con el que me reía era con Manuelito… Me siento mucho más libre haciendo otro tipo de historias, ya sean de cuadritos o un solo cartón.
“Todos los que queremos a Quino nos damos cuenta –prosigue Trino– que Mafalda es un personaje increíble, sensacional. Pero si le preguntas a los caricaturistas y gente del gremio, te dirán que lo mejor no era Mafalda, sino sus libros como ¡A mí no me grite! (Siglo XXI, Argentina, 1972) o Gente en su sitio (Nueva Imagen, 1979), volúmenes sin personajes donde él hablaba de la pareja, sobre el poder, unos temas que no precisamente tenían que ver con esa dulzura que posee Mafalda. Más ácido, insisto, más él mismo.”
Traza un flashback: “no sé si recuerdas la viñeta donde está una pareja de adultos muy pero muy mayores en su cama, y el marido dice a la mujer: ‘Oye, mi vida, ¿nosotros qué somos? ¿Primos, parientes, hermanos, tíos?’ ¡Ya no se acuerdan! Eso era fantástico, ¡yo me quedo con ese Quino! Mafalda, por supuesto, es una obra maestra; pero Quino es todavía más que ese personaje.”
Quino y Trino comulgan aficiones e influencias. Por ejemplo, el cine.
“Sus tiras cómicas largas van al estilo guion gráfico tipo story-board que se puede animar, él cursa muy en la línea de otro caricaturista francés que no ha muerto: Jean-Jacques Sempé, creador de Le petit Nicolas con el guionista René Goscinny (Asterix y Lucky Luke), monos sin palabras”. Recuerda que Quino veía de niño el cine mudo de Buster Keaton.
“Quienes admiramos a Quino tomamos varios de sus guiños cómicos en nuestras historietas, pues se adelantó a su tiempo, y las secuencias suyas que más me gustan van sin palabras.”
A mí me agrada bastante la música de Los Beatles, no sé si a John Lennon le interesaba la mermelada de naranja más que otra. Pero entiendo que habrá gente que desee saber: “Bueno, y este Quino, ¿cómo es?”.
Mafalda ama a Los Beatles, y Trino… también.
“Algo que me parece muy importante recalcar es que para no repetirse, optó por dejar de hacer su Mafalda tras una década de éxito, cosa que jamás se atrevió (Charles M.) Schulz con Peanuts (Rabanitos, Carlitos, Snoopy, Charlie Brown), sin parar desde 1950 a 2000. Si mi memoria no falla, comenzó a publicar las tiras de Mafalda justo el 29 de septiembre de 1964 (en Primera Plana) y acabó con ella el 25 de junio de 1973 (en Siete días).”
–¿En sólo 10 años Quino “asesinó” a Mafalda?
–Sí, digamos, pero Mafalda siguió viviendo… Continuando metafóricamente esa idea de Los Beatles en el último LP Abbey Road (1969): ‘Ya llegamos hasta arribota musicalmente y todo ahora se va a ir pa’bajo’. Tú abre el periódico y ve la tira de Charlie Brown o de Rabanitos, como le pusieron aquí, ¡Schulz se desgastó! En cambio, a Mafalda sigues releyéndola y te atrapa igual o más, cuando fueron 10 años del personaje nada más.
Yo me manejo muy mal con la vida. No llego a saber con cuánto vivir ni cómo se gasta… Y mi mujer, que es doctora en química, para hacer un pullover utiliza una regla de cálculo, todo lo mide. Cubre una parte que a mí me falta… No queremos tener hijos, sobre todo yo porque, ¿para qué traer más locos al manicomio? Lo que más me angustia es ir al dentista, uno se siente tan solo…
Al Olimpo de los moneros
Bautizado José Trinidad Camacho Orozco, Trino cuenta que en la escuela tenía compañeritos que encajaban con los arquetipos de la Mafalda de Quino; los padres de éste eran de Fuengirola, Costa del Sol, donde la segunda esposa de su abuelo, Teté, lo movió para darle vida a la célebre niña que detesta la sopa, pasea a su tortuga como perro, es ecológica y adora su globo terráqueo.
“Susanita era la chava que se quería casar y tener hijos. Tenemos la comparación del Manolito con aquel chavito en el colegio que ya quería poner un negocio, como la tienda de ultramarinos de su papá, porque Quino proviene de una esencia española, pues los Lavado provenían de estirpe andaluza.”
Un nuevo flashazo de Trino: “hay una escena formidable donde Manolito está oliendo algo echado a perder y dice: ‘Esto ya huele a oferta de la semana’…”
Felipe es el dientón romántico, loco por Muriel. La pequeñísima Libertad es “más peligrosa que Mafalda” (su hermano de Mafalda, el Guille, lo tomó de Guillermo Lavado, su sobrino músico). Cuando Trino le pidió un dibujo en la costa jalisciense el 17 de diciembre de 1989, “le pedí que hiciera el niño Miguelito (Miguel Pitti), porque yo me identifico con ese personaje suyo, el más alegre, sensible, el de cabellos de hojas de lechuga, de un estrato de clase media alta, un poco mimado pero imaginativo, muy noble y sonriente”.
A comienzos de noviembre de 2004, Jis y Trino lo encontraron en la XIV Feria Internacional del Libro en Monterrey, Nuevo León, relata:
“Ya tenía muy avanzadas sus cataratas en los ojos, nunca se quiso operar. Ese día le presentaba Rius su reciente libro De viaje con Quino (Lumen, 112 páginas) en un evento llamado ‘Mano a mano, mono a mono’.
Rius me llamó aparte: ‘Oye, no quiero que nos presente alguien de la feria pues nos van a hacer las mismas preguntas, quiero que seas tú’. Quino estuvo de acuerdo y yo le dije a Jis: ‘No mames, ¡estoy en el Olimpo de los moneros! ¡Voy a presentar a mis ídolos, va a ser como presentar a Lennon y McCartney, y yo ahí para que la gente escuche lo que les voy a preguntar!’.”
La esposa de Quino, Alicia Colombo, puso el grito en el cielo apenas comenzó el acto:
–¡Vienen a hablar del libro, vienen a hablar del libro!
“Y yo le dije: ‘Sí, Alicia, pero yo no quiero que hablen del libro porque en todas las ferias hablan de lo mismo, por favor, ¿me permites hacer preguntas diferentes en torno a lo que los fans, como yo, queremos saber?’. Y la gente fascinada, porque empecé con Rius: ‘A ver, maestro Rius, platícanos del simulacro de fusilamiento que te hizo Díaz Ordaz’. Y ¡zas!, que se suelta.
“Y a Quino le cuestioné acerca de esa leyenda urbana que existe aquí en México sobre su asesinato de Mafalda: ‘Quino, quiero que nos platiques de esa tira que hiciste donde matas a Mafalda, como Conan Doyle a Sherlock Holmes, pero en la cual un camión de sopa trasnacional la atropella cuando Mafaldita salía feliz de su casa’.
Entonces a Quino se le iluminó el rostro y dijo: ‘¡Qué bueno que me preguntas esa leyenda que solamente aquí ustedes los mexicanos la tienen! En ninguna parte de Latinoamérica existe eso, nada más ustedes, porque a los mexicanos ¡mira que cómo les encanta inventar leyendas! Esa tira es apócrifa, no la hice yo, yo nunca maté a Mafalda’.”
Pero la tira existe. Sale Mafalda contenta de su casa en el barrio porteño de San Telmo, y en el cuarto cuadro con la supuesta firma de Quino en un extremo la vemos ya a media calle, boca abajo, arrollada por un camión de su odiada sopa, alejándose, que lleva atrás el logo Sopa Food Company Inc.
“Mucha gente cree que la mató, pero no es verdad.”
Quino en Proceso
El zamorano Rius había conocido a Quino en Cuba, durante la época de su historieta Los agachados. Como se ausentó del país, el equipo de Rius realizó por su cuenta un número sobre Argentina y pronto recibieron una carta desde Sudamérica, donde lo más suavecito que hacía Quino era llamarlo “hijo de puta”, por los cartones argentinos reproducidos.
Y “por haberlo expuesto a las iras coléricas de los generalotes que gobernaban” su país, según contó el creador de Los Supermachos en el capítulo “Cuando Quino me mentó la madre”, de sus historias Mis confusiones (Grijalbo, mayo de 2014).
Exiliado en Europa, Quino (huérfano a los 15 años y quien odió cumplir su servicio militar) llegó a publicar cartones en Proceso en 1978, paralelamente a los de Rius (siendo éste uno de los fundadores del semanario nacido en 1976 y dirigido por el periodista Julio Scherer García).
Yo prefiero que mis temas sean permanentes. Esa relación de poderosos y débiles me gusta mucho, yo soy un hombre débil, frágil… Hago una crítica del hombre, el hombre me parece un ser mal terminado; ya que Dios nos hizo inteligentes, ¿por qué no nos hizo más inteligentes? Esto me da un poco de rabia. Toda crítica conlleva un poco de fe, sin ella uno no se tomaría la molestia de criticar.
–Con Sempé, consideraba a Saul Steinber el padre de los moneros.
–Al gringo Steinber yo lo veo más como ilustrador. Sempé influyó mucho en el mundo; pero Quino es mucho más conocido en Latinoamérica. Sus cartones contienen la perfección casi casi de una película de Kurosawa, cuidaba cada detalle: el diálogo, el dibujo.
Sempé y Quino son atemporales. Si ves una tira de Mafalda por Quino pareciera que la hizo ayer, son personajes que hablan de lo más profundo de la filosofía del ser, aun siendo niños –lo cual los hace ser más tiernos.
Lo ubica humanamente, luego de señalar que Quino jamás usó celular:
“Charlaba de sus ideas socialistas, pero también de que una vez caído el Muro de Berlín, le pagaban mejor sus cartones los de la derecha que los de la izquierda, pues los comunistas le daban largas con el rollo de que no tenían dinero y que había que solidarizarse, sacrificarse y apoyar a la causa, a los pobres.”
Y culmina en susurros:
“Coincido con esa visión del poder en Quino, podrás estar del lado que elijas, pero aquellos quienes se montan al ladrillo y pierden piso creen que su poder será ilimitado. Él nunca militó en partido alguno y la independencia nos unió.
Mira, aquí tengo un libro suyo: Potentes, prepotentes e impotentes (Ediciones de la Flor, 1989), la portada son tres hombres de traje pero sus cabezas son de desarmador, un tornillo y de clavo mal puesto, rechueco.
Es lo importante de Quino, que pudo dar dos pasos hacia atrás para plasmar su crítica desde una perspectiva liberal muy sabrosa, abierta totalmente y anticlerical, desprejuiciada. No es una crítica a favor de ninguna tendencia política, sabía que prepotentes los hay en todos los partidos políticos.”
–¿Qué más?
–Pues que se fue el único caricaturista latinoamericano que llegó mucho más allá de su país, universalizándose. Se publicó y tradujo al chino, lo conocen en Indonesia, tuvo la capacidad de trascender con sus tiras cómicas y su humor, haciéndose eterno. Si hay un dios monero en el mundo, es él.
Este es un texto del número 2292 de la edición impresa de Proceso, publicado el 4 de octubre de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí
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