CIUDAD DE MÉXICO (EUROPA PRESS).- Nunca antes tantos estadunidenses habían solicitado a la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) sus antecedentes penales para poder adquirir un arma, como en este 2020.
Un año marcado por la pandemia de coronavirus, pero también por las violentas protestas en torno al movimiento #BlackLivesMatter y la emergencia de grupos armados supremacistas y de extrema derecha.
Según los últimos datos publicados por el FBI, hasta finales de septiembre habían recibido 28.82 millones de solicitudes de antecedentes penales para la compra de armas, lo que supera el récord alcanzado en 2019, cuando en total se cursaron 28.36 peticiones de este tipo, la mayor cifra desde que en 1998 se comenzó a dar seguimiento a esta cuestión.
Pese al descenso en septiembre, cuando hubo 2.89 millones de comprobaciones en el Sistema Nacional Instantáneo de Antecedentes Penales (NICS) del FBI, el dato sigue siendo el más alto registrado en este mes del año hasta la fecha, mientras que julio ostenta el récord mensual en 2020, con 3.93 millones.
Aunque la solicitud de antecedentes penales no corresponde de forma automática a la adquisición de un arma, es la fuente más aproximada existente en el país para poder conocer la cantidad de armas que se venden, puesto que todo aquel que quiera adquirir una deberá pasar por este trámite previo.
Expertos y vendedores de armas han atribuido el aumento en las ventas a la pandemia, que habría empujado a muchos ciudadanos a adquirir nuevas pistolas, fusiles y otro armamento para su defensa. La coyuntura del país, en el que en los últimos meses se han sucedido las protestas contra la brutalidad policial y también se han incrementado los ataques de grupos extremistas de ambos espectros, también han contribuido a ello.
Smith & Wesson, una de las principales empresas de armamento de Estados Unidos, informó en septiembre que en el último trimestre sus ventas habían aumentado 128% con respecto al mismo periodo de 2019, hasta los 278 millones de dólares.
Su presidente, Mark Smith, atribuyó el récord de ventas al creciente número de ciudadanos que están adquiriendo armas por primera vez, así como a la capacidad demostrada por la empresa de responder ante el aumento de la demanda gracias a “su modelo de fabricación flexible”.
También Sturm, Rugers & Co. ha visto dispararse sus ventas. Su presidente, Christopher Killoy, reconoció en julio que a la firma le estaba costando mantener el ritmo de la demanda. “El increíble aumento en la demanda ha superado nuestra capacidad de producción”, señaló, asegurando que en los 30 años de historia de la firma en la industria la demanda de 2020 está siendo “la mayor que hemos visto nunca”, incluidas las armas de asalto.
Killoy atribuyó el creciente interés de los estadunidenses en adquirir armas para su protección personal y la de su vivienda “a la continuada pandemia de covid-19, las protestas, manifestaciones y altercados que se han sucedido en muchas ciudades de todo Estados Unidos, y en último término al llamamiento de algunos a reducir los fondos y la autoridad de varios cuerpos de seguridad”.
Por regla general, en Estados Unidos las ventas suelen aumentar en año electoral, si bien la posibilidad de una victoria del demócrata Joe Biden también podría considerarse como uno de los factores que está empujando a algunos estadunidenses a adquirir armas.
De ganar el antiguo vicepresidente se espera un mayor control de armas, en particular de los controvertidos fusiles semiautomáticos, empleados en algunas de las matanzas más graves de los últimos años, lo cual ha disparado su venta en los últimos meses.
El hecho de que en los hogares de Estados Unidos haya un mayor número de armas genera preocupación, dado el ambiente de crispación política que se vive en el país a las puertas de las elecciones presidenciales, que vienen precedidas por las denuncias de posible fraude formuladas por el presidente Donald Trump.
“La retórica irresponsable de Trump tiene un largo historial de inspirar a grupos de odio, y al no arreglar nuestro sistema de comprobación de antecedentes penales, éste podría estar ahora ayudando a esos mismos grupos a armarse”, comentó recientemente a ‘Forbes’ John Feinblatt, presidente de Everytown for Gun Safety, una organización partidaria del control de armas.
Bruce Hoffman, experto del Council on Foreign Relations (CFR), considera que existe un riesgo “muy real” de que fuerzas extremistas perturben las elecciones, destacando que algunos de los más férreos defensores de Trump, como el movimiento QAnon, así como “milicias armadas”, hayan prometido “recurrir a la violencia” en caso de una derrota del presidente.
El principal desafío, según Hoffman, es que no se trata de un movimiento “monolítico” sino de toda una serie de grupos y colectivos de distinto nivel, con “distinto grado de organización y cohesión”, entre los que hay supremacistas blancos, elementos antigubernamentales y anarquistas.
Según este experto, se estima que podría haber hasta 300 grupos milicianos armados distintos en el país con entre 15 mil y 20 mil miembros “bien armados y a menudo con entrenamiento militar, activos en cada estado”.
“Siete meses de confinamiento por la pandemia en todo Estados Unidos, sumado a las casi 13 mil 500 manifestaciones y protestas que se han producido en todo el país desde el asesinato de George Floyd –un afroamericano muerto bajo custodia policial–, la inmensa mayoría de ellas pacíficas, han exacerbado las tensiones y polarizado las posturas políticas hasta un punto no visto quizá desde los años 1960”, reconoce el experto del CFR.
Como destaca Hoffman, no se sabe cómo reaccionarán estas entidades extremistas en caso de que el resultado del 3 de noviembre se demore o sea contestado, o si Trump no es reelegido.
“En suma, estas son unas elecciones como ningún estadunidense ha experimentado en su vida. La certeza de un proceso electoral y un traspaso de poderes ordenado que los estadunidenses daban por garantizado desde hace tiempo está cada vez más en cuestión”, resume.
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