“Extinción y pérdida de las lenguas”, de El Colegio Nacional

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El simposio “Extinción y pérdida de las lenguas” formó parte del Encuentro Libertad por el Saber, organizado por el Colegio Nacional del 16 al 22 de octubre de 2016.

Los textos incluidos en este volumen, refiere el especialista en semántica, lingüística romántica y lingüística general Luis Fernando Lara –coordinador del libro cuya primera edición aparece con 168 páginas por El Colegio Nacional–, corresponden a las ponencias de aquel simposio:

“El poema del doctor Miguel León-Portilla sobre la muerte de las lenguas [‘Ihcuac tlahtolli ye miqui” / “Cuando muere una lengua”] dio comienzo a una serie de exposiciones orientadas a las lenguas amerindias mexicanas y el español”:

Ihcuac tlahtolli ye miqui / Cuando muere una lengua

cemihcac motzacuah / entonces se cierra

nohuaian altepepan / a todos los pueblos del mundo

in tlanexillotl, / una ventana,

in quixohuayan. / una puerta.

In ye tlamahuizolo / un asomarse

occetica / de modo distinto

in mochi mano ohuan yoli in tlalticpac. /

a cuanto es ser y vida en la tierra.

“Tras un planteamiento general, ilustrado con algunos casos de extinción y pérdida de lenguas, dedicado a exponer las causas sociales que dan lugar a esos procesos y las dificultades de método y de jerarquización de la importancia de esas causas, los doctores Miguel León-Portilla y Yolanda Lastra presentan el tema del náhuatl en la antigüedad y en la época contemporánea; después, las profesoras Martha C. Muntzel y Aileen Martínez dan cuenta del esfuerzo actual de la comunidad hablante de ocuilteco –una lengua del tronco otomangue, llamada por sus habitantes tlahuica—por recuperar su lengua, que sobrevive en el sur del Estados de México…

“Por último, el doctor Rainer Enrique Hamel discute un tema de gran importancia contemporánea… el desplazamiento creciente de la lengua española por el inglés en el discurso científico en nuestra lengua materna, lo que supone una fatal tara en la cultura contemporánea de los pueblos hispánicos.”

El libro también incluye el texto “Panorama de los procesos de pérdida, extinción y adaptación de las lenguas” del lingüista Luis Fernando Lara. Ofrecemos un fragmento de la conferencia del inolvidable maestro y doctor Miguel León-Portilla, investigador de la UNAM y miembro de El Colegio Nacional, intitulada “Perduración y riesgos en la supervivencia del náhutal desde la Independencia de México hasta el presente”.

La encrucijada del idioma náhuatl

Voy a fijarme en el caso particular del náhuatl y voy a distribuir en dos partes lo que voy a exponer: 1) la evolución de la lengua, y 2) la situación actual con el peligro de extinción o, tal vez, con la posibilidad de fortalecimiento.

El náhuatl forma parte de un tronco lingüístico muy grande, el tronco un poco mal llamado por Daniel Preidem, en el siglo XIX, yutoazteca porque pensaba que los yutes, en el norte de Estados Unidos, eran el pariente más lejano y consideraba que “aztecas” se aplicaba a todos los grupos hablantes del náhuatl, lo cual es otro grave error porque había muchos otros grupos hablantes de náhuatl que no eran aztecas.

Esto arranca, diríamos, en la Prehistoria. Se dice que fue tal vez en el área del suroeste, noroeste de Estados Unidos y México, Sonora, Arizona, por ahí, donde empezó la diversificación. Al respecto, un lingüista estadunidense, pero mexicanizado, Mauricio Swadesh, desarrolló esa rama de la lingüística moderna que llamó glotocronología, que permite, con base a una serie de estudios –principalmente de elementos del vocabulario–, discernir a qué distancia se encuentra una lengua de otra en su evolución.

Es casi seguro que la ciudad de Teotihuacán fue una metrópoli plurilingüística, es decir, en la cual se hablaban varias lenguas. Yo creo que una de esas lenguas fue el náhuatl, y el argumento que puedo dar es éste: En el siglo XVI, en Nicaragua, hubo un conquistador nada recomendable que se llamaba Pedro Arias Dávila (que entre otras gracias, decapitó a su yerno), quien quiso demostrar que en la región de Nicaragua, sobre todo en el istmo pegado al lago de Nicaragua, no había habido evangelización y que él era quien estaba cumpliendo con ese punto que tanto interesaba a los reyes católicos.

Para cumplir con ese propósito envió a un monje, a un fraile mercedario, pariente de su mujer, fray Francisco de Bobadilla, a inquirir. Hizo un cuestionario –estoy hablando de 1528, mucho antes de que aquí, en el altiplano, se realizaran investigaciones formales–, a partir del cual recogió información valiosísima que más tarde un cronista español, Gonzalo Fernández de Oviedo, incorporó a su historia. En estos documentos encontramos mucha información relativa al léxico, a las creencias y a las costumbres; en lo que concierne al léxico yo he hecho un trabajo comparando la visión del mundo, la religión y la lengua que conocimos después, gracias a fray Bernardino de Sahagún, en el altiplano y puedo decir que hay una concordancia verdaderamente extraordinaria. […]

El náhuatl se diferencia de las otras lenguas mesoamericanas, las que se hablan en Mesoamérica, en cuanto que fue una lengua que tuvo, como hablantes, a quienes vivían en un régimen político que me atrevo a calificar de imperial, con muchas limitaciones de la palabra imperial, pero se trataba de estados con una metrópoli, con colonias, con comercio muy establecido, con ciudades y, en algunos, casos, sobre todo entre los mayas, con una escritura muy desarrollada. […]

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